Navegando por la internet encontré una reflexión interesante del escritor y filósofo Roberto Augusto que hace desde su blog acerca de sus consideraciones en cuanto a la humanidad que me parecieron muy acertadas.
Desde pequeños se nos condiciona para pertenecer a una raza, etnia, religión o nación. Se nos dice que somos españoles, catalanes, franceses, cristianos o blancos. El Estado se dedica a difundir esa ideología de la división. Fomenta las barreras mentales que acaban creando fronteras, luchas, guerras, dolor y sufrimiento sin fin. Nuestros padres y los medios de adoctrinamiento colectivo nos hace olvidar algo evidente: la humanidad es una.
Es difícil luchar contra ese condicionamiento heredado desde hace miles de años, convertido en un dogma invisible que casi todos aceptan como inevitable. Desde la noche de los tiempos hemos estado divididos en tribus y grupos políticos e ideológicos de todo tipo que se enfrentan entre sí en una batalla en la que todos perdemos. La humanidad es débil para está desunida, fragmentada. Esa división es la causa principal de la violencia que asola el mundo. El día que la superemos lograremos construir un futuro mejor para todos.
La diversidad es una fuente de riqueza. No todos debemos ser iguales, hablar o pensar lo mismo. La uniformidad perfecta solo existe en los cementerios. La vida es plural y diversa. Cada ser humano es único e irrepetible. Sin embargo, el error que comentemos es sacralizar las diferencias y olvidar lo común.
Cuando digo “español” o “musulmán” y olvido que lo fundamental es nuestra pertenencia a la misma especie estoy sembrando la semilla del odio y de la violencia. Para que exista una fraternidad auténtica entre todos es necesario que reemplacemos la cultura de la división por una concepción holística del ser humano que nos haga ver que todos somos esencialmente lo mismo.
seryhumano.com / Autor: Roberto Augusto
Fuente: robertoaugustoblog.com