Podemos decir que en la vida tenemos tres actividades principales: trabajo, ocio (familia y hobbys) y dormir. Si el día y su noche tiene 24 horas, el equilibrio perfecto sería de 8 horas para el trabajo, 8 horas para el ocio/familia y 8 horas para dormir. Ya veo tu sonrisa, porque sabemos que la realidad casi nunca se pinta así.
Aparte de que en muchos países el horario laboral, aunque oficialmente es de 8 horas, ocupa mucho más horas entre el ir y venir, el horario partido, el trabajo que llevamos a casa, etcétera. Hoy día tenemos el estrés añadido de la crisis económica que hace que tengamos que trabajar más – el empleado porque su jefe se lo exige y porque no quiere acabar en la calle; y el dueño de una empresa o el autónomo porque tiene que luchar para mantenerse en el mercado.
Lo que esto significa es que sacrificamos horas de ocio/familia y, en muchos casos también horas de dormir. Y si eres una persona altamente sensible y tienes que vivir así, sacrificas justamente aquello que es lo más importante, aquello que debe ser sagrado.
Sabemos desde el ámbito deportivo que entrenarse demasiado es contraproducente. Un atleta que no hace nada más que entrenarse no llega a mejores resultados, es más, se hace daño. Muchas personas trabajan tanto y con tal intensidad que la salud les presenta factura en forma de ataques de ansiedad, depresión, dolores de cabeza, hipertensión o problemas intestinales. Y aunque esto le puede pasar a cualquiera, a los que somos altamente sensibles somos los primeros en pagar este precio.
En cuanto rompemos este equilibrio vital de 8 horas para cada actividad principal, agotamos tanto el cuerpo como la mente. En lugar de ser más creativos y tener la suficiente energía para realizar nuevas ideas, nos vemos cada vez con menos fuerzas y con más nervios, e incapaz de pensar en soluciones positivas para hacer frente a los desafíos de todos los días.
¿Qué podemos hacer?
Si me permites, te quiero dar cinco recomendaciones. Si ya tienes un buen sistema para vigilar tu equilibrio, no cambies. Cada uno es diferente, y también en «los sistemas» tenemos que encontrar nuestro equilibrio personal. Estos consejos por lo tanto no pretenden ser más que una orientación.
- Considera tus horas de trabajo en término de horas efectivas de trabajo, opuesto a las horas que «pasas en el trabajo.» Sé consciente de tus actividades, y te sorprenderás como en realidad distribuyes – o pierdes- tu tiempo. Famosas trampas son mandar muchos correos electrónicos, pasar mucho tiempo utilizando el móvil o la tablet para contestar mensajes que no exigen contestación, chats y/o redes sociales. Anota el tiempo que dedicas a este tipo de actividades. Se lo puedes dedicar a la práctica de un deporte o realizando algún hobby o las horas de sueño.
Haz una lista empezando con la tarea más importante, acabando con la de menos importancia. ¿Hay algo que puedes delegar? Mientras te mantienes en la postura de que todo es una emergencia y que tú eres el único que puede resolverla, estarás todo el tiempo apagando incendios en lugar de realizar cosas concretas. Concéntrate en lo que es absolutamente necesario, y una vez completada una tarea, puedes empezar con la segunda más importante – y así sucesivamente. En este sentido tengo que nombrar dos trampas que se autoimponen las personas altamente sensibles: el control y la perfección. Puede ser una buena idea la de preguntarte (o preguntarlo a personas de confianza) hasta que punto tienes la tendencia de querer controlar o de buscar la (inexistente) perfección.
- Haz tu plan. Muchos no tienen un plan, y muchos que sí lo tienen, lo guardan en un cajón y nunca lo vuelven a mirar para ver hasta dónde han progresado. Un plan te permite medir tu progreso y ver si estas en camino de alcanzar tus metas deseadas. Sin plan con objetivos en el tiempo es más que probable que acabarás abrumado y agotado.
- Si puedes, dedica menos horas al trabajo. Pregúntate ¿qué haría si me veía obligado a trabajar menos horas y siendo más eficaz con el tiempo disponible? Muchos se ven obligados de hacer justamente esto una vez que, por un exceso de estrés prolongado, sufren problemas de salud como ansiedad, depresión, o también, cuando su pareja les haya dejado para siempre. Creando esta necesidad antes de que pase algo dramático, te obligas a actuar de una manera más enfocada, eficaz, productiva y responsable.
- Busca maneras de maximizar los cuatro pilares de la salud: nutrición, ejercicio, sueño y relajación. Evita demasiada cafeína, y procura no entrar en el espiral negativo de cafeína durante el día, alcohol y calmantes (en todas sus formas) por la noche. Aprende técnicas de relajación, inclusive las de la meditación visual o guiada. Escucha música, aprende a tocar un instrumento o búscate un hobby como, por ejemplo, la pintura, el dibujo, la escritura o la fotografía. Y no olvidemos el ejercicio. Ejercicio repetitivo es ideal para quitarte el estrés, pero muchas personas altamente sensibles prefieren yoga y tai-chi para mantenerse en forma. Y para terminar – nada, pero nada es tan efectivo como dormir bien y suficiente.
Espero que estas recomendaciones te sirvan por lo menos para tomar conciencia de la importancia de cuidarte y de coger ese espacio imprescindible para quitar el exceso de estrés y cargar las pilas.
Es importante tener en cuenta que, como persona altamente sensible que eres, te saturas antes que una persona con una sensibilidad mediana. El hecho de que continuamente estamos recibiendo una gran cantidad de estímulos sensoriales, hace que nuestra «esponja» se llena antes y que, por lo tanto, tenemos una mayor necesidad de desconectar para cargar pilas.
seryhumano.com / Andrés Manuel Landaeta
Fuente: personasaltamentesensibles.blogspot.com