«Le damos forma al mundo de mañana por medio de lo que les enseñamos a nuestros hijos hoy” Dennis Fisher
En la Escocia del siglo XIX, una joven madre observaba la naturaleza inquieta de su hijo de tres años de edad.Parecía tener curiosidad por todo lo que se movía o hacía ruido. James Clerk Maxwell llevó consigo la inquietud de su niñez hacia una extraordinaria carrera científica. Años más tarde, Albert Einstein diría que la obra de Maxwell fue “la más fructífera experimentada por la física desde la época de Newton”.
Nacido en Edimburgo el 13 de junio de 1831, fue un físico conocido principalmente por haber desarrollado la teoría electromagnética clásica, sintetizando todas las anteriores observaciones, experimentos y leyes sobre electricidad, magnetismo y aún sobre óptica, en una teoría consistente. Las ecuaciones de Maxwell demostraron que la electricidad, el magnetismo y hasta la luz, son manifestaciones del mismo fenómeno: el campo electromagnético. Su trabajo sobre electromagnetismo ha sido llamado la «segunda gran unificación en física”.
Desde los primeros años de su niñez, la religión tocó todos los aspectos de la vida de Maxwell. En su calidad de cristiano comprometido, él oraba: “Enséñanos a estudiar la obra de Tus manos…y a fortalecer nuestra razón para servirte”. La vida espiritual y la curiosidad que Maxwell cultivó desde su juventud dieron como resultado toda una vida de uso de la ciencia al servicio del Creador.
La comunidad de fe siempre ha tenido la responsabilidad de alimentar el talento de la generación más joven y orientar la vida de sus integrantes hacia el Señor: “Y los que se levantarán…cuenten (la ley de Dios) a sus hijos, a fin de que pongan en Dios su confianza” _Salmo 78:6-7_.
Encontrar maneras de estimular en los niños el amor por aprender al mismo tiempo que se les cimienta en la fe es una inversión importante en el futuro.
seryhumano.com / H. Dennis Fisher