La ternura es la expresión serena del amor, que brinda respeto, afecto y reconocimiento a otro ser vivo. Es un sentimiento generador de fuerza en los vínculos, teje el entramado de sostén emocional para los niños – y los adultos-, siendo una señal visible del profundo deseo del bienestar del otro. La expresión de la ternura es suave, en contacto con el otro: una mirada, una caricia, un abrazo, una palabra. Es transmitir con todo nuestro ser (me refiero que a la inclusión del lenguaje corporal) que: estoy aquí para tí, con mi mirada te doy existencia en mi vida, te respeto, te cuido.
La ternura se hace presente en pequeños detalles, no necesita de grandes algarabías ni enormes despliegues, más el mensaje que envía es profundo, crea raíces es un acto de entrega. Y curiosamente, a mi modo de comprender este sentimiento, acontece lo que pasa con muchos otros actos humanos, ambas partes se ven mutuamente beneficiadas. No sólo es un acto de entrega sino que al mismo tiempo se reciben sutiles bondades que emanan de la propia ternura (las endorfinas circulan por nuestra sangre).
Este sentimiento también es un acto de bondad, y numerosos estudios han demostrado que quienes la ejercen son personas más sanas y felices, entendiendo «feliz» como la sensación de satisfacción y bienestar para con sus propias vidas. Piero Ferrucci, psicoterapeuta y filósofo graduado en la Universidad de Torino, ha realizado una investigación (publicada en su libro «El Poder de la Bondad«) donde interrogó a 10.000 hombres sobre sus hábitos, salud y ambiente, encontrando que aquellos que recibían demostraciones de afecto (gratitud, calidez, ternura) tenían un índice estadísticamente inferior a la media, de tener alguna dolencia cardíaca. En otras palabras, nuestra salud física se beneficia.
Es bastante frecuente en los seres humanos que dejemos asomar la ternura ante situaciones difíciles de otra persona u otro ser vivo; ahí nos surge el acompañar, consolar, escuchar, … entrar en contacto con ese otro ser, estar presentes, ofrecer ese abrazo o palabra que va impregnada de este sentimiento. Es una gran medicina pues el contacto «cura«, el encuentro «cura«, y me refiero a que la sola presencia de un otro que realmente está ahí para mí, produce un profundo bienestar aún en una situación de dolor. Muchas veces no necesitamos que nos hablen o nos aconsejen, sino que estén presentes, a nuestro lado, en respetuoso silencio; esto también es ternura.
¿Hemos de esperar a que acontezca una situación de sufrimiento, un padecer, para mostrar la bondad que nos habita? Creo que todos sabemos la respuesta; sólo la enuncio para que podamos reflexionar sobre la importancia de abrir la puerta a esta fuerza interna que nos beneficia a todos; y si quieren, empezando por uno mismo, ya que no solamente se han demostrado la disminución de afecciones cardíacas, sino mejora en el insomnio y mejora rendimiento cognitivo. ¡Así que tú siempre sales ganando!
Para despedirme les dejo las palabras de Aldous Huxley, investigador inglés sobre técnicas para desarrollar los potenciales humanos, que ante la frecuente pregunta de cuál es lo más eficaz para transformar nuestra vida, contestó: «No deja de ser desconcertante que después de tantos años de investigación y experimentación deba decir que la respuesta más acertada es: simplemente, procura ser un poco más bondadoso«.
seryhumano.com / Dra. Aida Bello Canto
Fuente: eltornilloflojo.blogspot.com.ar