Según una nueva y llamativa investigación, la persona que dirija una organización puede tener o no cara de sujeto dominante, tenaz y con otras de las cualidades que normalmente se asocian al liderazgo, dependiendo de si dicha organización es una empresa que busca beneficios comerciales o por el contrario se trata de una entidad sin ánimo de lucro.
El equipo de Daniel Re y Nicholas Rule, de la Universidad de Toronto en Canadá, ha llegado a la conclusión de que las características faciales de los presidentes o cargos equivalentes con proyección pública de las organizaciones sin ánimo de lucro que tienen éxito son claramente diferentes de las de los líderes de las compañías que sí buscan beneficios económicos.
Para la primera tanda de experimentos, Re, Rule y sus colaboradores mostraron imágenes de las caras de muchos de los presidentes de las 100 organizaciones sin ánimo de lucro con mayores ingresos, según fueron listadas por Forbes para 2009, 2010 y 2011.
Se mostraron a un grupo de 169 participantes fotos en blanco y negro muy recortadas de las caras de dichos presidentes, pero no se les dijo que lo eran, y se les pidió que los puntuaran respecto a si tenían aspecto dominante, si parecían simpáticos, si aparentaban ser individuos curtidos, si daban la impresión de ser honrados, y también sobre su grado de liderazgo, edad, atractivo físico y nivel de felicidad aparentes.
Los investigadores agruparon entonces algunas de las puntuaciones, reuniendo en una categoría que etiquetaron como «Poder» aquellos rostros asumidos como propios de sujetos dominantes y curtidos, y en otra que etiquetaron como “Calidez” a aquellos rostros asumidos como propios de sujetos simpáticos y honrados.
En la nueva investigación se ha profundizado en cuán próximo nos parece un jefe al estereotipo de un tiburón o al de un osito de peluche, y la credibilidad que despierta en nosotros como director de una empresa que busca el máximo lucro posible o de una organización sin ánimo de lucro.
Los autores del estudio hallaron que las organizaciones sin ánimo de lucro cuyos presidentes tenían rostros más clasificados en la categoría de «Poder» tendían a tener un éxito menor, medido en forma de ingresos económicos más bajos, una menor financiación desde fuentes privadas, y una menor eficiencia recaudatoria que aquellas organizaciones sin ánimo de lucro cuyos presidentes tenían rostros menos clasificados en la categoría de «Poder».
En otras palabras, los resultados sugieren que inconscientemente si una persona nos parece más cercana a un tiburón, la consideraremos apta para impulsar una empresa que busca obtener beneficios a toda costa, pero poco fiable para dirigir una entidad sin ánimo de lucro, y a la inversa para el caso de una persona que nos parezca más cercana al estereotipo del osito de peluche o «Teddy».
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