«El teclado, el ratón y la pantalla de nuestros ordenadores actuales habrán desaparecido casi por completo», dice un experto.
Muchos cambios ya se viven en los lugares de trabajo y muchos otros están en camino. En el especial de los 20 años de Eltiempo.com se publicó el siguiente artículo sobre cómo será el trabajo del futuro:
¿Por qué a los futuros médicos les interesará saber sobre sociología y demografía?, ¿por qué en veinte años será un acierto especializarse en geriatría?, ¿por qué quienes hoy están en el colegio, en las guarderías o aún no llegan al mundo, en un par de décadas deberían inclinarse por profesiones que requieran creatividad? Las respuestas están en la esperada transformación del mercado de trabajo.
Luis Miguel González, director editorial del periódico ‘El Economista’, vaticina que en el futuro los médicos batallarán con las realidades impuestas por la sociología y la demografía, ya que ante la mayor población que envejecerá y la poca que nacerá, se necesitarán más geriatras que pediatras.
Asegura que el mercado demandará expertos en robótica y personas que, por ejemplo, sepan manipular las nubes con el fin de combatir los efectos del cambio climático. Precisamente, el avance de la robótica, según un informe elaborado por el Nomura Research Institute (NRI) y la Universidad de Oxford, amenaza a tres sectores muy relacionados con la automatización: el ‘delivery’ de productos, la agricultura y las mesas de ayuda; no obstante, deja con una aparente larga vida a los cargos creativos.
Con González coincide Rosalba Montoya, directora de la Región Andina y presidenta de ManpowerGroup en Colombia empresa dedicada a temas de gestión humana y clima laboral. En su opinión, se mantendrán a flote las profesiones necesarias para preservar la ecología.
Mientras ella imagina que en el 2036 el trabajo será más especializado, González cree que será más flexible e inestable. Por su lado, el futurólogo Ray Hammond prevé que el trabajo será tan duro como hoy, pero podrá ser divertido (al elegir el acertado).
“Crecerá el número de personas que laboren en horarios nocturnos y durante los fines de semana, las oficinas serán cada vez más un concepto virtual que un espacio físico, y el dominio de idiomas y las tecnologías de la información serán lo mínimo indispensable”, añade González.
Montoya también cree que “frente a la escasez de talentos, se crearán horarios flexibles” y se aceptarán personas con edades superiores a los 45 años. Incluso, advierte que los empleadores podrían acudir a las personas ya jubiladas. En su opinión, el exceso de información que se recibirá en veinte años, convertirá a los empleados en personas “interculturales, viajeros incansables, bilingües, y realmente ciudadanos del mundo”.
Por su lado, González presagia que trabajar con personas de otro continente y robots será parte de la cotidianidad. Y es que hacia el 2035, según los analistas del informe de Oxford, un 49 por ciento de las tareas laborales podría ser ejecutadas por sistemas robóticos; incluso, se estima que en ese año, la mitad de los puestos de trabajo en Japón serán ocupados por robots.
En esa línea, Hammond afirma que los robots servirán en tiendas, trabajarán en obras de construcción, lucharán contra los incendios y ayudarán a oficiales de inmigración en puertos y aeropuertos. “Al hombre nunca lo va a reemplazar una máquina, nunca vamos a terminar de crear el mundo”, aclara, por su parte, la presidenta de Manpower en el país.
Hammond imagina que seguirá la tendencia de trabajar lejos de las sedes de las empresas, aunque siempre será necesario algún “contacto regular” que fortalezca el trabajo en equipo; pero Montoya se atreve a decir que es posible que en el 2036, algunos empleados nunca conozcan personalmente a su jefe, así como que un jefe jamás tenga contacto físico con los empleados que tiene distribuidos por el mundo.
“Nuestra interfaz física con las herramientas de trabajo habrá cambiado de aquí a 2030; el teclado, el ratón y la pantalla de nuestros ordenadores actuales habrán desaparecido casi por completo (…) Como hoy, parecerá que la gente por la calle se habla a sí misma cuando se comunique con sus asistentes virtuales (…) Seremos capaces de producir bienes y servicios para cada habitante del planeta con solo una pequeña parte de los humanos que trabajan hoy. Eso nos obligará a pensar de nuevo qué haremos con nuestro tiempo libre”, escribe Hammond en su libro “El mundo en el 2030”. Al respecto, Montoya deja abierta una pregunta: ¿Cómo vamos a manejar el exceso de información que nos va a bombardear?, ¿será que vamos a tener más tiempo para descansar o vamos a enloquecer y no sabremos qué hacer?
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