Negro como el manto de oscuridad de la caverna en que hábito, ante la ignorancia de no saber que existes, así es su cabello.
Negro como el último lubrican de la noche manchando las nubes antes del alba, más sedosa la guinda que a su paso danza.
Negro tan oscuro que la luz en ti rebota como canto de esperanza, como aire insospechado, hecho manso, canto tierno que adorne su galopar.
Negro, mil veces negros pero sedosos, llenos de gala para la noche, como invitando a las estrellas, absortos como la luna nueva que al cielo irrumpe como contando una historia.
Negro, cual Corcel rebelde, fugaz e inalcanzable, así sea su cabellera que sobre mi pecho danza, en esta caverna oscura dónde tus reflejos son boreales y tus ojos luceros que tiritan iluminando nuevamente mis días.
Negro, fulminante ha sido su destello que ha devuelto luz a mis ojos que mirándole recuerdan que como en sus cabellos la luz más tenue el negro más oscuro hace brillar.
Seryhumano.com / Manuel Ollipol Landaeta