La civilización clásica abarca la griega y la romana, y es la que dio origen a la cultura occidental. Se le denomina clásica, porque es tomada como paradigma por su influencia en la historia política, filosófica, artística y científica de Europa.
La contribución más trascendental del mundo clásico a la civilización occidental, viene dada por el dominio del hombre y de la naturaleza por medio del razonamiento. Como dice Turner, en esta cultura los rasgos distintivos arrancan de una evolución en que los factores sociales, económicos y políticos produjeron un medio ambiente propicio para desarrollos intelectuales y artísticos, más naturalistas y humanistas que los producidos por las culturas urbanas del Antiguo Oriente.
Los griegos y los romanos eran de estirpe indoeuropea o arios, y llegaron del continente asiático a Europa entre el 1900 y el 1100 a.C. Los arios, no obstante, absorbieron las culturas autóctonas que encontraron en Europa. Hoy por hoy, la mayoría de los habitantes de dicho continente descienden de esa estirpe.
La civilización clásica abarcó los últimos 18 siglos de la Edad Antigua y este período se puede dividir de la siguiente manera:
Preclásica, oscurantista, helénica o griega y la helenística. En esta última, es decir, en la helenística, la cultura griega logró expandirse a lo largo de todo el globo terráqueo conocido en esos tiempos. Eso fue del 338 hasta el 146 a.C., año de la conquista romana de Grecia.
Es interesante saber que, la civilización occidental nació específicamente en la isla de Creta. Obviamente, esta isla pertenece a Grecia y la misma está ubicada en el mar Egeo, muy próxima a otra isla en donde según la historia teológica, fue escrito el último libro del Nuevo Testamento, Apocalipsis. En fin, estas dos islas están situadas en el famoso mar Egeo.
Insisto, el pueblo griego se originó con la llegada a tierra de Grecia de los arios, entre el 1900 y el 1100a.C. Pues resulta que, los arios absorbieron la cultura local, heredando las traiciones Egea-Cretense y por supuesto, la Heládica. Pronto se organizaron en Polis (así le llamaban los griegos a las ciudades).
Sin embargo, los griegos su unidad nacional y cada ciudad era autónoma. Pero, todos albergaban la absoluta convicción de que poseían una cultura nacional única.
A partir del siglo VII a.C., las oligarquías aristocráticas asumieron la hegemonía del ámbito político helénico, pero al luchar entre ellos mismos, rápidamente provocaron su ruina.
En los siglos VI y parte del V a.C., aparecieron los tiranos, protectores de algunos sectores, y mediante la fuerza, arrebataron el poder a las oligarquías. Varios tiranos de estos reformaron las polis o ciudades. Empero, los tiranos más conspicuos fueron los que transformaron a la capital de Grecia, Atenas. Por cierto, la palabra política proviene de polis.
seryhumano.com / * Denny Agramonte
*Abogado, Ensayista, Comunicador y Político