Todos tenemos talento, aunque no tengamos talento para todo. El talento es la capacidad que nos hace alcanzar resultados extraordinarios en nuestro trabajo o en nuestra vida privada. Y lo más importante, se puede desarrollar. Vamos a ver a continuación algunas claves para ello:
Motivación
El talento requiere pasión, es decir, que la actividad que hacemos realmente nos motive. Al principio, cuando somos pequeños la motivación puede ser externa, cuando los padres se empeñan en que sus hijos hagan un determinado deporte o eligen para ellos una afición. Sin embargo, por mucho reconocimiento externo que tengan, si los niños no disfrutan con ello, pueden acabar apartando las raquetas, las zapatillas o la partitura. Del mismo modo todo lo dicho se puede trasladar al mundo laboral. Richard Branson, creador del emporio Virgin, afirma que su principal lema empresarial es “¡Venga, vamos a divertirnos!”
¿Pero, cómo?
Para poder perfeccionar nuestras habilidades necesitamos tener conocimientos que nos permitan lograrlo. Disfrutar con una actividad nos lleva a perfeccionar nuestros conocimientos sobre la misma. La biografía de Thomas Edison relata cómo devoraba todos los libros de física de la librería dónde trabajaba. Esas lecturas le dieron la formación suficiente (puesto que no tenía estudios universitarios) para patentar, entre otros inventos, la lámpara de incandescencia. Si la motivación impulsa a realizar la actividad, el conocimiento permite mejorarlo.
Por último, el talento se materializa en acciones. Necesitamos tiempo, esfuerzo y mucha, mucha repetición para crear nuevos hábitos. Como lo resumen magníficamente uno de los mejores jugadores de la historia de la NBA, Larry Bird: “Es curioso, cuanto más entrenamos, más suerte tenemos”.
También necesitamos recursos en tiempo y en medios para poder formarnos. Las intenciones siempre son buenas, pero si no tenemos posibilidades para conseguirlo, será difícil que alcancemos resultados extraordinarios. Así se ve en el deporte. Si queremos desarrollar talento necesitamos invertir recursos en ello. Y esto, por supuesto, es de aplicación tanto para las empresas como para nosotros a la hora de mejorar alguna habilidad.
La primera clave para saber en qué tenemos talento es pensar en aquello que nos apasiona. Reflexiona sobre si lo que quieres alcanzar es algo que realmente te enamora.
Para mejorar en algo es recomendable invertir tiempo en estudiarlo, practicarlo o mantener contacto con personas que ya sepan hacerlo. Ponte cerca de los mejores para conseguir aquello que quieres alcanzar.
Repetición, repetición y repetición. No hay talento sin hábitos, no hay talento sin esfuerzo. Por ello, una vez más, marca un plan de acción para que, al menos, semanalmente te veas obligado a repetirlo.
seryhumano.com / Pilar Jericó (Basado en el libro: La Nueva Gestión del Talento)