Tengo delante de mí una pareja muy joven, casi de adolescentes; debo suponer que son mayores de edad porque viajan solos, pueden estar acercándose a cumplir 20 años; son holandeses por su pasaporte. Nos separan: 40 centímetros físicos, casi tres décadas, el idioma y seguramente un bojote de cosas más. Nos une: la espera en el aeropuerto, en un país que no es el de ellos, pero si es el mío.
Tienen toda la pinta de mochileros, viviendo la juventud y la aventura, conociendo parte del mundo a bajo costo económico y altas ganancias en experiencias, sus caras son una fotografía de haber disfrutado Venezuela y por sus risas y las cuentas que sacan de los pocos euros restantes, creo que con suerte llegarán a sus casas en autobús.
Decidir disfrutar
Disfrutar la vida es sin duda una decisión, me consigo con gente que casi no vive por estar en una carrera de velocidad para construir fortuna económica, sabiendo que están pagando el costo del abandono de la familia. Estos competidores “saben” que o hacen la fortuna hoy, o más tarde no podrán hacerlo. Así que seguirán en esa carrera, incluso no disfrutando del trayecto.
Los jóvenes que me consigo con tan sólo separar mi mirada de la pantalla, son una lección que se puede vivir mucho con poco; que se puede ser feliz sin excesos, y que para atreverse se requiere comenzar ya a disfrutar el ahora.
Seguramente muchos estarán pensando cosas como: “Claro, esos jóvenes no tienen responsabilidades, por eso es que pueden hacer eso…”, “Ellos pueden hacer eso porque les sobra el tiempo…” o “Cuando se vive de (y con) los padres, es mucho más fácil hacerlo…” Puede que eso sea cierto, si lo vemos desde el ámbito de “libertad vs. responsabilidad”, pero yo me quiero hacer cargo es de tomar una nueva conciencia de que el disfrute es una decisión ante los espacios de libertad y cumplimiento de la responsabilidad. Cada uno decidimos las responsabilidades y compromisos que tenemos, y lo menos que podemos hacer es vivirlos en el disfrute.
Para cerrar les cuento que estoy terminando de escribir este artículo al mismo tiempo que los jóvenes se despiden de mí con un “Bay” envuelto en una gran sonrisa. Creo que sospechan que escribo inspirado en ellos; lo que ellos no saben es que disfruté escribir este artículo aprendiendo de su disfrute.
seryhumano.com / Andrés Manuel Landaeta