El beige o el blanco los caracterizan.
La gente no se los imagina vacios.
Yo si…
Es común que las personas traigan abrigos.
Aquí las noticias hielan el alma.
El color blanco abunda y el rojo juega a quitarle su pureza. Retando a Dios o viceversa.
Las esperas son largas.
Empiezan en los pasillos grises de las universidades. Aguardando el turno para la prueba oral.
Continúan cuando huimos por la molestia que sentimos escasamente y luego se acentúa.
Y terminan cuando la falta de tiempo se convierte en falta de vida.
Porque en estos sitios la paciencia huele a alcohol. La rutina se diluye en suero. La imaginación se adhiere a las paredes frías. La fe se viste de doctor.
En los hospitales Dios suele tomar muchas formas, personajes y momentos.
Se acuesta en la camilla del remordimiento.
Llega en la ambulancia del perdón.
Vende esperanza en la farmacia de turno.
Limpia los baños de la desilusión.
Maneja el ascensor de nuestro espíritu.
Agenda las citas de la compasión.
Nos toma una fotografía de adentro. Donde no se ve el miedo.
Acompaña al paciente en el adiós.
O simplemente se sienta en silencio a la salida de un quirófano. Buscando fuerzas para hablar con los familiares y tratar de prepararlos para el dolor.
Aunque también se viste de gala con el grito desgarrante de un recién nacido.
Cuando con una nueva vida todo se entiende. Todo se aclara. Todo logra tener significado.
En los hospitales las experiencias quedan plasmadas en la sangre. Para que llegue de golpe y sin protesta a nuestro humano corazón. Cada vez que se nos olvide que además de alma somos cuerpo… En donde solo la voluntad de Dios dicta la razón.
Dedicado a mami y a Lidice.
Por las largas horas que estuve a su lado en un hospital…
seryhumano.com / Morelba del Valle Martínez Inciarte (@ablerom)