“No se conseguirá el justo equilibrio ecológico, si no se afrontan directamente las formas estructurales de pobreza existentes en el mundo» Juan Pablo II
Entre las noticias del día de hoy he leído lo siguiente:
“La firma francesa Renault entregó en el Vaticano dos unidades del Kangoo Z.E al Papa Benedicto XVI. El nuevo “Papamóvil ecológico” está propulsado por un motor eléctrico de 60 CV con el que alcanza una autonomía de hasta 170 kilómetros” (parabrisas.perfil.com).
El tema ecológico no es nuevo en los predios del Vaticano, ya en 1989 el pensamiento «ecologista» de Juan Pablo II se hacía evidente cuando en la XXV Conferencia general de la FAO (Organización de las ONU para la Alimentación y la Agricultura)– comunicaba que “la ecología no se limita sólo a la defensa de la naturaleza, sino que se extiende al bienestar total de la humanidad”.
A finales de los años 60 los vocablos «ecología» y «medio ambiente» eran relativamente extraños en nuestra sociedad, fuera de un reducido grupo académico formado por biólogos, geógrafos y sociólogos que trabajaban e investigaban en Ecología vegetal y animal por un lado, y en Ecología humana y social, por otro. (Extracto del artículo de “El pensamiento ecológico de Juan Pablo II”)
Aún cuando no haya dedicado ninguna encíclica a esta temática, resulta de hecho emblemático que su más consistente toma de posición «ambiental» se encuentre en la encíclica Centesimus annus, el documento publicado con motivo del centenario de aquel hito decisivo de la doctrina a social católica que es la Rerum novarum de León XIII. Un texto en el que el Papa Wojtyla interviene, denunciando que se da una muy escasa preocupación «por salvaguardar las condiciones morales de una auténtica ecología humana», y subraya que «la Tierra le ha sido dada por Dios al hombre, quien tiene que disfrutarla respetando la intención originaria de bien, sobre la base de la cual le ha sido entregada».
Son afirmaciones que con autoridad reclamaron, una mayor atención hacia los problemas ambientales por parte de toda la Iglesia, y respaldadas también por precisos gestos, entre ellos, el nombramiento de san Francisco de Asís como «celestial patrono de los amigos de la ecología», en el ya lejano 1979, a pocos meses de su elección al pontificado.
Sin embargo, ha sido Benedicto XVI el que se ha ganado el apodo de “el Papa verde” tras promocionar las biblias ecológicas y empezar a tomar medidas sostenibles en la Santa Sede, por lo que la Iglesia ayudará a concienciar a la población para que se tomen medidas con el fin de preservar la naturaleza del planeta.
El papa Ratzinger compró un bosque húngaro que, según sus cálculos, compensará las emisiones de CO2 del pequeño Estado del Vaticano y se convertirá en el primero en provocar un impacto cero a la atmósfera.
Lo que aún no me queda muy claro es ¿de qué sirve que el Sumo Pontífice use uno o dos vehículos ecológicos, mientras en el resto del planeta se siguen usando millones de autos, que consumen diariamente, miles de millones de litros de combustible fósil?
A pesar de que no hace ninguna diferencia, para la atmosfera del planeta el que, en el Vaticano se usen un par de autos “verdes”, lo que si lo haría es que tomen en serio las palabras de Joseph Aloisius Ratzinger cuando afirma que “tenemos que salvar el planeta antes de que sea demasiado tarde”.
Seryhumano.com / Yosmar Herrera
Fuentes: www.almudi.org
www.san-pablo.com.ar
www.ecologiaverde.com