Los niños suelen jugar a darse sustos. Cuando uno lleva un gran susto, generalmente se le acelera el pulso y el corazón pareciera salírsele por la boca, el flujo de la adrenalina es tremendo y hay que esperar un rato para recuperar el equilibrio.
Esta energía tiene una similitud con la del entusiasmo. Uno produce el entusiasmo y luego lo dispara. Esto nos ofrece una ventaja y es que tenemos las posibilidad de influir en el estado emocional de las personas, es decir, fluimos dentro de ellas fácilmente. Si usas el entusiasmo continuamente, te conviertes en una persona motivadora de actitudes positivas en los demás y la gente suele buscar a las personas que generan alegría, entusiasmo, diversión.
Dile sí a la alegría.
Levántate y camina con ímpetu.
Toma aire y saluda con emoción.
Da calor de ti, sé la chispa que enciende la hoguera.
Acepta a los demás con cariño.
¿Cómo te sentirías si esta noche cenaras con una de las estrellas más famosas de Hollywood?, sería excitante ¿verdad?, la emoción y el entusiasmo te arrollarían. Bien, el truco es generar la emoción, ser la causa y no el efecto.
El entusiasmo es un torbellino que genera alegría. Con el entusiasmo tú mandas, tú tienes dentro de ti la capacidad de generar entusiasmo. ¡Oprime ese botón!
Si dices <<¡Es que hoy no estoy de ánimo!>>, <<¡Ay!, pero ¡pero qué fastidio!>>, <<¡Ay, pero qué aburrido!>>, <<¡Ay!, ¡pero qué….!>> ¡a todo!, te vas a quedar ahí hundiéndote en tu propio pozo de negatividad. ¡Sal de allí!, ¡busca la alegría con entusiasmo porque ella también te está buscando a ti!
Seryhumano.com / Nelson Campos