En el Centro Espacial Mektory de Tallin, en Estonia, un grupo de estudiantes está trabajando para poner en órbita su primer nanosatélite.
Los nanosatélites, pequeños cubos dotados de nanotecnología, que cada vez ganan más importancia en la exploración espacial, desde la observación de Marte hasta la vigilancia de asteroides potencialmente peligrosos para nuestro planeta, según reportaje de Claudio Rosmino, para Euronews.
Los nanosatélites o cubesats son pequeños satélites que abren todo un mundo de posibilidades en la exploración espacial. Su potencial ya ha sido descubierto tanto por grandes agencias espaciales como por pequeños grupos de estudiantes, tal como en este Centro Espacial Mektory.
“Nunca en mi vida habría pensado que podría construir un satélite, porque siempre pensé que eso solo lo podía hacer la NASA. Pero ahora lo puedo hacer yo también en mi universidad”, explica Marta Hang, estudiante y asistente del Programa Cubesat del Centro Espacial Mektory.
Su entusiasmo lo comparten otros alumnos como Tashi Dolma Gyeltshen, que realiza estudios de Ingeniería Industrial en la Universidad Tecnológica de Tallin: “En este proyecto venimos de sitios y campos diferentes y trabajamos como un equipo, todos nos esforzamos mucho”.
El programa de nanosatélites de Mektory es una iniciativa universitaria internacional desarrollada por alumnos y profesores en colaboración con las industrias espacial y tecnológica. El objetivo es formar a estudiantes para que trabajen en el sector de la industria espacial.
En la actualidad, trabajan en su primera misión espacial. Mart Vihmand, detalla: “Estamos desarrollando una unidad cúbica para una misión de detección. Es decir, el satélite tiene que tomar fotografías de la tierra”.
Este tipo de satélites caben en la palma de la mano y pesan entre uno y diez kilos. Son de bajo coste porque se realizan principalmente con componentes electrónicos ya existentes.
El lanzamiento de este nanosatélite hecho por estudiantes llevará aún dos años más de trabajo. “Desde la planificación del proyecto hasta la finalización del satélite se tarda tres años, de los que el 80% son reuniones y diseño delante de un ordenador. De hecho, cuando empiezas a producir el objeto que irá volando al espacio, la máquina coloca las piezas en su lugar en apenas un minuto”, explica Mart Vihmand.
Los cubesats llevan al espacio una gran cantidad de nanotecnología que se puede producir con una impresora 3D, como aquí, en Tallin, o encontrar fácilmente en Internet.
Objeto de estudio de la ESA
Los cubesats también han llamado la atención de la Agencia Espacial Europea, que quiere enviar estos pequeños satélites a grandes distancias en el sistema solar.
Roger Walker coordina todo lo relativo a los cubesats en la ESA, en el centro técnico de la agencia en Holanda. “Los ordenadores han ido encogiéndose con el paso del tiempo, de los años. Han ido de ordenadores hace décadas del tamaño de una habitación a algo que hoy en día cabe en tu teléfono móvil. En el sector espacial los satélites han ido igualmente encogiendo, pasando de algo del tamaño de una lavadora a ser del tamaño de un cubesat, que es un satélite en una caja de zapatos”, nos explica este ingeniero de sistemas.
Más allá de su utilidad como herramientas educativas, los cubesats tienen muchas utilidades. Por ejemplo, sirven para realizar pruebas económicamente asequibles de tecnologías en órbita o para realizar observaciones y mediciones en el espacio.
Como explica Roger Walker, cada vez tienen menos que envidiar a sus hermanos de mayor tamaño, los satélites clásicos: “Dentro de esta caja hay un satélite completamente operativo. Puede generar energía con paneles solares, distribuir la energía internamente, comunicarse con la estación en la Tierra y también realizar experimentos y enviar los datos a la Tierra”.
En estas instalaciones se está examinando el nanosatélite QARMAN, que este año será utilizado para probar tecnologías de reentrada y escudos térmicos.
Sin embargo, los próximos años reservan un futuro aún más brillante a estos pequeños satélites, ya que una misión conjunta de la ESA y la NASA tiene previsto realizar un impacto en un asteroide y redirigirlo. Una prueba a pequeña escala para prevenir este tipo de amenazas para nuestro planeta.
El objetivo nos lo cuenta Roger Walker: “Estamos estudiando los cubesats con propósitos científicos y de exploración en el espacio profundo. Una de esas misiones será participar en una misión de impacto en un asteroide. Estos cubesats observarán el asteroide antes y después de que una nave de la NASA impacte en el asteroide”.
Estos pequeños artefactos tienen múltiples aplicaciones. Pueden servir para la limpieza de restos espaciales o para ofrecer servicios comerciales de telecomunicaciones. En los próximos años también participarán en misiones de exploración de la Luna y Marte.
Además, su bajo coste de producción y lanzamiento les hace muy interesantes para la industria espacial.
A ello se une su capacidad de inspiración, como explica Roger Walker: “La generación joven que ahora está creciendo será la que descubra qué es lo mejor que se puede hacer con esta tecnología y verán cosas que nosotros ni siquiera hemos imaginado antes”.
Los estudantes de la Universidad Tecnológica de Tallin coinciden. Es el caso de Tashi Dolma Gyeltshen: “No puedo esperar, tengo muchas ganas de que nuestro cubesat sea lanzado, será un gran logo para nosotros”.
Mart Vihmand, máximo responsable del Centro Espacial Mektory piensa igual: “Estamos logrando que la gente pueda hacer más cosas en el espacio y preparándoles para misiones más grandes”.
Para Marta Hang, concluye, no hay límites: “Espero que nuestra universidad pueda construir un satélite más grande, y por qué no, llevar a un estudiante a la luna”.
seryhumano.com / Claudio Rosmino
Fuente: euronews.com