Las notas del Concierto para Piano Nº4 de Beethoven resonaron en el Centro Kimmel de Filadelfia este mismo mes. La orquesta actuó bajo la dirección de su director musical Yannick Nézet-Séguin… La magia la puso el pianista polaco-canadiense Jan Lisiecki, de solo 20 años.
El joven artista explica qué sentimientos despierta la obra de Beethoven: “Es un comienzo extraño pero cálido. Es lo mismo que toca la orquesta aún con más calidez de la que yo puedo imprimir al piano. Creo que en ese sentido es acogedor. Te da la bienvenida con calidez. Es una obra que te llevará de viaje y comienza en un lugar bonito. También te lleva a lugares oscuros, pero termina en un lugar feliz”.
Para él, la música debe tener un efecto espiritual en el público: “La gente necesita la música como terapia ante el mundo moderno. Somos bombardeados con información, con noticias, con las cosas que debemos hacer. Ir a la sala de conciertos debería ser como ir a un santuario. Un santuario en el que depurarse para limpiarse de esas cosas, para tener un momento de reflexión y dejar la sala de conciertos sintiéndote diferente, renovado”.
Pese a su corta edad, Jan Lisiecki ha viajado por medio mundo: “Soy una persona a la que le encanta la aventura. Me gusta disfrutar de lo que me encuentro en mi camino. Lo que más me gusta hacer cuando llegó a una ciudad nueva es caminar sin rumbo, con una vaga idea de a dónde ir”
La complicidad como claves
Además, considera esencial la complicidad con el director y el resto de músicos, así como con el público: “Cuando se actúa debe haber espontaneidad y también algo de pensamiento racional. Sin embargo, las mejores actuaciones son aquellas en las que no hay que equilibrar ambas cosas, en las que todo sucede con naturalidad. Tienes una idea, se la comunicas al director y a la orquesta mientras actúas y funciona. Para mí esos son los mejores momentos y creo que para el público también, porque viajan contigo. Es una sorpresa para nosotros y también para ellos”.
Jan sorprende con su madurez musical dada su juventud. Sus cualidades no son habituales, como explica Yannick Nézet-Séguin: “La pureza, la claridad, la honestidad… Siempre ha sido así, incluso cuando tenía 14 años. También es el caso a nivel técnico. Apenas toca el pedal, no hay trampa ni cartón, es música en estado puro. Ya es magnífico pero sabemos que dentro de diez años será aún mejor y dentro de 20 aún más”.
Los sentimientos de admiración y complicidad son recíprocos: “Creo que Yannick y yo compartimos la misma alegría de vivir y a la hora hacer música. Lo hacemos con alegría, no es un trabajo, no es algo que estemos obligados a hacer. Al menos esa es la manera en la que subo al escenario con Yannick. Creo que siempre subimos y bajamos del escenario con una sonrisa”.
Cuatro discos con apenas 20 años
“Schumann”, cuarto álbum de Jan Lisiecki y tercero con el sello Deutsche Grammophon, salió a la venta este mes de enero y fue grabado con la Orquesta de la Accademia Nazionale di Santa Cecilia, dirigida por Antonio Pappano.
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Fuente: euronews.com