«¡Este yogur es una mierda!» suena a protesta radical y un tanto grosera de un consumidor indignado. En el caso del yogur que fabrican los ingleses Alexandra Daisy Ginsberg y James King, que pertenecen al equipo de la Universidad de Cambridge que ganó en 2009 el concurso internacional de biología sinténtica iGEM (International Genetically Engineered Machine (iGEM), la frase sería cien por cien descriptiva.
Los científicos fabrican yogur a partir de la bacteria E. colli de heces humanas utilizadas para pruebas analíticas. La estadounidense Christina Agapakis y la noruega Sissel Tolaas se dedican al queso. Lo obtienen con la acción de bacterias que están presentes en los mocos, las axilas y los dedos de los pies. En el olor o sabor del producto final no se aprecian diferencias con quesos de renombre y origen regulado.
Las biohackers preguntan: «¿Puede el conocimiento y la tolerancia de la cultura bacteriana aumentar la tolerancia hacia las bacterias de nuestros cuerpos?»
21 propuestas
Estos dos ejemplos no son los únicos que suenan a ficción —aunque no lo sean en absoluto— de la exposición Grow Your Own (Cultiva lo tuyo), una muestra sobre proyectos de biología sinténtica que se celebra, hasta el 19 de enero, en la Science Gallery del Trinity College de Dublín (Irlanda). Entre las propuestas que se exhiben pueden verse ratones con el ADN de Elvis Presley, un proyecto basado en la posibilidad de que una mujer dé a luz a un delfín, la construcción de máquinas vivientes y una bactería alquímica que crea láminas de oro.
Excrementos con olor a plátano, órganos corporales nuevos….
Dividida en tres secciones —vida, sociedad y máquinas—, la muestra incluye también proyectos como Banana Bacteria, donde la ya citada bacteria E. colli de los excrementos huele a plátano; Stranger Visions, donde la artista Heather Dewey-Hagborg ha recosntruido las caras de personas de Dublín a partir del ADN de colillas que recogió arbitrariamente en la calle; Designing for the Sixth Extinction, que proyecta cómo la biología sintética podría contrarrestar la muerte biológica de la Tierra; Common Flowers, sobre la primera flor biosintética, y Circumventive Organs, un desarrollo especulativo sobre la posibilidad de construir órganos corporales nuevos para la raza humana.
La exposición también pone en manos de los visitantes un laboratorio de biología sintética para que, con asesoramiento, puedan desarrollar sus propios proyectos.
En la completísima web dedicada a la muestra [sólo en inglés] se pueden ver los 21 proyectos, leer entrevistas con los organizadores y ver videos. La biología como material de diseño Grow Your Own ha sido coordinada por Alexandra Daisy Ginsberg, ganadora en 2011 del World Tecnology Award en la categoría de diseño y coautora del proyecto sobre el yogur citado al inicio. «La biología sintética es una revolución y una evolución, porque permitirá a la biología convertirse en un material de diseño», afirma Gingsberg, para quien los biohackers están «reimaginando la biología y la vida a la vez». No se trata de una disciplina nueva, precisa, porque «hemos estado diseñando con la biología durante 10.000 años para hacer nuestra vida más saludable, más fácil o más agradable, a través, por ejemplo, de una cuidadosa selección de las características deseables en la cría de ganado».
Las «complicaciones jurídicas, políticas y sociales» relacionadas con la alteración genética y las «promesas exageradas de mamuts resucitados o combustible sostenible realizado por bacterias» no deben interferir con la biología sintética, que está entrando en su segunda década de existencia y traza la posibilidad de «reimaginar el futuro». La exposición de Dublín, que reúne a investigadores, artistas y diseñadores, permite que se deje de considerar la disciplina «en términos de sueños y pesadillas».
seryhumano.com / Ánxel Grove
Fuente: 20minutos.es