Félix Lope de Vega y Carpio, escritor nacido en Madrid en el año de 1562. Procedente de una familia humilde, la vida de Lope de Vega fue sumamente agitada y repleta de lances amorosos. Estudió en los jesuitas de Madrid y cursó estudios universitarios en Alcalá, aunque según el portal Biografías y Vida, no consiguió el grado de bachiller.
Debido a la composición de unos libelos difamatorios contra la comedianta Elena Osorio (Filis) y su familia, por desengaños amorosos, Lope de Vega fue desterrado de la corte (1588-1595). No fue éste el único proceso en el que se vio envuelto: en 1596, después de haber sido indultado en 1595 del destierro, fue procesado por amancebamiento con Antonia de Trillo.
Estuvo enrolado, al menos, en dos expediciones militares, una fue la que conquistó la isla Terceira en las Azores (1583), al mando de don Álvaro de Bazán, y la otra, en la Armada Invencible. Fue secretario de varios personajes importantes, como el marqués de Malpica o el duque de Alba, y a partir de 1605 estuvo al servicio del duque de Sessa, relación sustentada en una amistad mutua.
Lope se casó dos veces, con Isabel de Urbina (llamada Belisa en sus versos), con la que contrajo matrimonio por poderes tras haberla raptado antes de salir desterrado de Madrid; y con Juana de Guardo en 1598. Aparte de estos dos matrimonios, su vida amorosa fue muy intensa, ya que mantuvo relaciones con numerosas mujeres, incluso después de haber sido ordenado sacerdote. Entre sus amantes se puede citar a María de Aragón, a Micaela Luján (Camila Lucinda), con la que tuvo dos hijos, Marcela y Lope Félix, y a Marta de Nevares (Amarilis y Marcia Leonarda).
Talento precoz
Con tan solo 25 años, Lope de Vega ya era elogiado por grandes escritores de la talla de Cervantes, donde hacía reseña directa a él en su famosa obra La Galatea. El popular escritor se consagró en la literatura española por escribir más de 3.000 sonetos y dar también luz a obras tan aclamadas como: El perro del hortelano, El castigo sin venganza o El caballero de Olmedo. También son destacables su novela, El peregrino en su patria, y su vasta obra poética, entre la que cabe citar las epopeyas La Dragontea y El Isidro, Rimas Sacras, Laurel de Apolo o La égola Amarilis.
El teatro de Lope
Donde realmente vemos al Lope renovador es en el género dramático. Después de una larga experiencia de muchos años escribiendo para la escena, Lope compuso, a petición de la Academia de Madrid, el Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo (1609). En él expone sus teorías dramáticas, que vienen a ser un contrapunto a las teorías horacianas, expuestas en la Epístola a los Pisones.
De las tres unidades -acción, tiempo y lugar-, Lope solo recomienda respetar la unidad de acción para mantener la verosimilitud, y rechaza las otras dos, sobre todo en las obras históricas, donde se comprende el absurdo de su observación; aconseja la mezcla de lo trágico y lo cómico (en consonancia con el autor de La Celestina): de ahí la enorme importancia de la figura del gracioso en su teatro y, en general, en todas las obras del Siglo de Oro; regulariza el uso de las estrofas de acuerdo con las situaciones y acude al acervo tradicional español para extraer de él sus argumentos (crónicas, romances, cancioncillas).
En general, las obras teatrales de Lope de Vega giran en torno a dos ejes temáticos, el amor y el honor, y con su fórmula de la doble acción (una entre nobles y otra entre criados) logró atraer por igual a todos los sectores de su público, desde el pueblo iletrado hasta la aristocracia culta y refinada. De su extensísima obra, más de «mil quinientas» comedias según palabras del propio autor, se conservan unas trescientas de atribución segura.
Lope de Vega muere agosto de 1635. El día 24 se levantó muy temprano, dijo misa, cuidó de su jardín como hacía cada día y se encerró en su estudio, a trabajar. Por la tarde, salió de casa para asistir, en el Seminario de los Escoceses, a unas conclusiones de Medicina y Filosofía, y durante la ceremonia sufrió un desmayo. Un médico amigo le atendió y se ocupó de que le llevaran a su casa, donde se le practicó una sangría. Al día siguiente, en que todavía pudo escribir un poema y un soneto, recibió la visita del médico de cámara de Su Majestad, quien recomendó que le dieran el Santísimo Sacramento.
El domingo, 26 de agosto, hizo testamento (ver documento) nombrando heredera a su hija Feliciana. Se despidió de sus amigos y recibió la extremaunción. Y al día siguiente, a las cinco y cuarto de la tarde, murió. Las honras fúnebres duraron nueve días y sus restos fueron depositados en la Iglesia de San Sebastián.
El duque de Sessa organizó y pagó las honras fúnebres. La venerable congregación de los sacerdotes de Madrid portó el féretro, que, por petición expresa de sor Marcela, pasó frente al Convento de las Trinitarias Descalzas. El cortejo salió de la calle de Francos y giró a la derecha hacia la calle de San Agustín. Desde allí se pueden ver, a menos de 100 pasos, las celosías de las Trinitarias. La procesión siguió calle arriba por Cantarranas hasta la calle León, calle Atocha o calle Huertas, para finalmente salir a la Iglesia de San Sebastián.
Todo Madrid salió a la calle a despedir al autor (“las calles estaban tan pobladas de gente –dice Montalbán– que casi se embarazaba el paso al entierro”). Los restos de Lope de Vega se depositan en la Iglesia de San Sebastián, en la calle de Atocha. A mediados del mismo siglo XVII pasaron a la fosa común, cuando el duque de Sessa dejó de pagar.
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