Pasar de un estado de buen humor a malo puede ser cuestión de minutos. ¿A quién no le ha ocurrido alguna vez? Sin embargo, hay personas que parecen estar continuamente de mal humor, frustrados con la vida y pensando siempre en lo peor.
¿Están solos? Se quejan. ¿Están acompañados? Prefieren estar solos. ¿Es invierno? Hace demasiado frío. ¿Es verano? Hace demasiado calor. ¿Es primavera? ¡Ufff….! ¡Todo el día está lloviendo! No importa lo que pase, parece que es imposible contentarlos…
Umm…
¿Te sientes identificado?
¿A qué crees que se debe?
Posibles causas de tu mal humor constante
1- Poca tolerancia a la frustración.
Los que han vivido en ambientes muy sobreprotegidos suelen frustrarse con facilidad cuando no consiguen alcanzar unas metas o criterios que se han impuesto a sí mismos. Muchas veces esos propósitos son inconscientes y aparecen en función de las expectativas que otros nos han impuesto desde pequeños y que al final creemos como ciertas. Expectativas sobre nosotros y también sobre la vida. Por ejemplo, si desde pequeños nos han enseñado que en las fiestas hay que socializar y divertirse, puede ocurrir que de adulto estando en una te frustres más fácilmente si pasa un tiempo y no lo consigues… Fastidiando así el día.
2- Algunas personalidades
Hay algunas personalidades que tienden a estar de peor humor que otras. Por ejemplo, hay personas que tienen mayor sensibilidad a la ansiedad y están continuamente pendientes de lo que pueda pasar alrededor. Por eso, ante cualquier inconveniente enseguida se alteran. Otras, como las personalidades demasiado obsesivas o exigentes, encuentran difícil disfrutar de la vida porque siempre hay algo que se puede mejorar, “sería perfecto si…”
3- Enfermedades, trastornos o daños neurológicos
Se sabe que la corteza frontal del cerebro está relacionada con la modulación de las emociones e impulsividad. Allí, algunos neurotransmisores como la noradrenalina, serotonina y dopamina están “trabajando” en equilibrio. Cualquier tipo de problema que genere un desequilibrio en esa área producirá que la persona se vuelva más impulsiva y malhumorada. Desgraciadamente, las personas que han sido víctimas de lesiones neurológicas en la corteza frontal pueden presentar dificultades para regular sus emociones. Lo mismo ocurre cuando hay daños debido a demencias. Por último, algunos trastornos como los relacionados con el control de impulsos o algunos tipos de depresión.
4- Cambios en los niveles hormonales
Una alteración en el sistema endocrino puede generar cambios en tus niveles hormonales.
–En el embarazo: algunas mujeres pueden estar días y días muy irritables o con cambios bruscos de humor como consecuencia del desajuste hormonal.
–Déficit de nutrientes: Cuando no obtenemos los nutrientes necesarios que nuestro cuerpo necesita estaremos más bajos de humor, negativos e irritables. Lo mismo puede ocurrir si la persona se acostumbra a tomar alimentos con mucho azúcar. Los cambios bruscos de azúcar en sangre pueden generar una especie de “síndrome de abstinencia” tras el pico glucémico que genera su ingesta, es común que ocurra si nos acostumbramos a comer alimentos demasiado azucarados.
–En la adolescencia: En esta etapa de la vida los adolescentes pueden llegar a ser una bomba de relojería y los cambios de humor e irritabilidad son el día a día en estos años.
5- Adoptamos el mal humor como un comportamiento “normal”
Cuando una persona se acostumbra a interpretar su realidad de una forma errónea y sesgada fija excesivamente su atención en los detalles negativos que confirman sus creencias, a su vez deja de prestar atención a aquellos que le dan evidencias de lo contrario. Al final, la persona puede volverse muy negativa y entrar en un bucle que no le lleva a ninguna parte, solo a sentirse amargada e irritable con todo el mundo.
¿Hay solución para ese mal humor?
¡Claro que sí! Dependiendo de la causa la forma de trabajarlo será distinta pero siempre se puede mejorar la situación. Especialmente si te has acostumbrado a usar ese filtro sesgado a la hora de interpretar todo lo que te ocurre en tu vida. Puedes habituar a tu cerebro a pensar de una forma más realista. No se trata de estar continuamente pensando de forma positiva porque el mundo no funciona así y nos acabaremos dando un golpe contra la realidad, sin embargo, desde la terapia se enseña a la persona a pensar de una forma adaptativa, que le ayude a resolver sus problemas, no a hundirse más en ellos. Un psicólogo te ayudará a desenterrar las creencias e ideas irracionales a las que te aferras y que te impiden disfrutar de la vida.
seryhumano.com / Sara Lorenzo
Tomado del blog Psicolorenzo